Estimado Capitán:
Pensé que era de nuevo el granizo.
El primer ruido me sorprendió sobre las 4:30 de la madrugada. Era un sonido extraño, hueco y rítmico, que hizo que me despertase, desvelado y cabreado, en busca de respuestas. Definitivamente aquello no era granizo. Un estrépito en la cocina hizo que me levantase, algo amedrentado, para comprobar qué diantres ocurría.
Recorrí descalzo y a oscuras el pasillo sin hacer ruido, sigiloso como un político corrupto, cuando comencé a escuchar un murmullo; una suerte de conversación que me llegaba desde el otro lado de la puerta de la cocina. A medida que me acercaba al pomo de la puerta; la charla se iba tornando más y más nítida así que me paré a escuchar no sin antes marcar el 091 en mi teléfono.
Pude distinguir al menos tres voces y me sorprendí espiando la escena cual voyeur por una rendija de la puerta; lo que vi me sorprendió y aún hoy, tres días después me sigue pareciendo increíble. Tres señores de avanzada edad, claramente trastornados, se daban cita y departían alrededor de la mesa.
─¡No puedo con las pelotas Gas!─ dijo uno de los hombres que dejó caer su cabeza entre sus brazos, cruzados sobre la mesa, en un claro signo de cansancio.
─Tranquilo Mel, a ver que nos han dejado por aquí para recargar fuerzas. Hacemos un descansito y seguimos, que aún queda chollo de carallo ─ le respondió su compañero que a todas luces sufría alguna tipo de enfermedad mental.
Mi teléfono interrumpió la escena y me delató:
─Policía, ¿en qué puedo ayudarle?—dijo la operadora al otro lado de la línea.
Los tres ancianos miraron sorprendidos hacia la puerta. El más grande, el de color, la abrió de golpe y me encontró con el móvil en la mano y una mirada de clemencia en el rostro. Me llevé el teléfono a la oreja y me quedé en silencio: ¿Qué podía decir? El hombre me miraba con una expresión divertida en la cara, retándome a qué les delatase, pero simplemente me disculpé con la operadora y colgué. Durante unos segundos nos quedamos todos en silencio, mirándonos unos a otros sin saber qué decir o cómo actuar, como púgiles desorientados en un cuadrilátero. El tal Gas me miraba de arriba abajo con detenimiento y no pudo ocultar una sonrisa al ver que, como siempre a estas horas, llevaba puesto solo un calcetín.
─Veo que sigues perdiendo un calcetín mientras duermes─ dijo el hombre mientras se mesaba la blanca barba.
─Y has engordado─ apostilló el pelirrojo.
─¿Sois los…?─ pregunté.
Baltasar, hombre de pocas palabras, asintió con la cabeza.
─¿Y qué coño hacéis en mi cocina?
─¡No digas tacos hombre!
─¡Oiga amigo, no me dé lecciones que acabo de escuchar como usted acaba de decirle a ese de ahí que «no podía con las pelotas»!
─ «Ese de ahí» es Melchor y las pelotas a las que me refería son esas de ahí─ me aclaró el hombre mientras señalaba una gran saca de tela marrón de la que asomaban tres o cuatro balones de fútbol y baloncesto.
Me sentí avergonzado al instante y les pedí perdón por mi vocabulario.
─Tranquilo Antón─ exclamó Melchor─ si te hace sentir mejor, en realidad, estamos hasta los huevos.
─¡Melchor!─ le reprendió Gaspar, ofendido por el lenguaje de su compañero.
─¿¡Qué!? ¿Acaso no es verdad? Vamos mayores Gaspar antes tardábamos diez minutos en llegar de Almería a Vigo y ahora mira: Son ya las cuatro y media y aún no hemos llegado a la mitad de la ruta.
Baltasar asintió con gesto grave y Gaspar se quedó callado; sabía que su amigo tenía razón.
─¿Os puedo ofrecer algo de comer?
─Claro hijo, te lo agradeceríamos de corazón─ dijo Melchor.
─ ¿Lo de siempre? ¿Una jarra de leche y algo de fruta o turrón?
─¿Tienes nachos? Estamos un poquito hartos de la leche, de los higos y de todo eso…
─Nachos marchando. Sin problema.
Cinco minutos después estaba sentado con ellos charlando alrededor de un buen plato de nachos del Mercadona.
─¿Cómo te va Antón?
─Bueno no me quejo la verdad, a ver… si me quejo, pero no delante de vosotros. El audiovisual es tan estable como un litro de nitroglicerina en los coches de choque, pero bien…
─Los lechones se han portado bien este año.
─Sí, ya tienen cuatro años. Son geniales aunque llevamos unas noches con vómitos y tal. Noches jodidas.
Baltasar me mete tal colleja al escuchar esa palabra que los nachos que tengo en la boca salen despedidos y acaban desperdigados por el mantel.
─ Fastidiada─ me corrijo─ la cosa está fastidiada.
Baltasar sonríe, complacido por el cambio de terminología.
Me disculpo y continuamos charlando.
─¿Y vosotros qué tal?
─ Cansados─ responde Gaspar─ muy cansados. La magia agota y cada vez necesitamos más pajes para hacer el trabajo sucio, de hecho son ellos los que reparten el 80% de los regalos.
─¿Son como becarios?
─Sí. Más o menos. A veces dejan un regalo en la casa equivocada, pero nada grave.
─¿Pero, los tendréis asegurados no?
─¿¡Estás de broma!?─ exclama un exaltado Melchor─ ¿Tú sabes lo que hay que pagar de seguridad social por currar un domingo y además festivo? De asegurar nada, que repartan que así van adquiriendo experiencia. Piensa que pueden acabar trabajando en Correos o en MRW.
─Ya…─ respondo─…visto así. ¿Les hacéis un favor no?
─Claro. El guacamole cojonudo—dijo relamiéndose.
—Una curiosidad—pregunto—. ¿Cuál es el regalo estrella de este año?
—Sin duda tu libro Paternidad a Carcajadas, es muy divertido y tenemos sacas enteras para repartir. Aquellos que estén leyendo este texto tienen el enlace al acabar el post. Risas garantizadas—los Reyes y yo rompemos la cuarta pared, te miramos fijamente amigo lector (sí a ti) y asentimos con una sonrisa.
Gaspar apoya sus manos sobre los muslos y no sin cierto esfuerzo logra levantarse.
─Es hora de partir Antón; gracias por tu hospitalidad.
─De nada, a vosotros. Por cierto, el oro y el incienso me dan un poco igual, pero si podéis dejar la birra os lo agradezco.
Baltasar me pone una de sus enormes manos en el hombro y aprieta. Se le ve cariñoso.
─Si he de ser sincero, os veo un poco cascados. ¿No habéis pensado en abdicar?
Los tres magos intercambian miradas y se echan a reír a mandíbula batiente, tanto que les tengo que pedir que bajen el volumen de sus carcajadas.
─¡No podemos abdicar somos los últimos de nuestra estirpe!─ me aclara Gaspar mientras se seca las lágrimas con su túnica.
Y al carallo, aquí no abdica ni Cristo, pienso yo, pero no digo nada.
Poco después me asomo a la ventana y observo como se alejan montados en sus camellos. Abro la ventana de la terraza y les llamó intentando no levantar mucho la voz.
─¡Eh…!¡Este año me gustaría hacer un trabajo estable!
Los ancianos detienen sus camellos durante un segundo y Melchor se acaricia meditabundo la barbilla. como sopesando la petición. Tras unos segundos el rey mago me pregunta:
─¿Pagado?
─¡Coño claro!
Los reyes vuelven a estallar en carcajadas mientras niegan con la cabeza.
─¡Siempre fuiste un cachondo Cruces!─ me grita Melchor desde su camello.
Me acuesto de nuevo, pero no consigo conciliar el sueño; una pregunta absurda ronda mi cabeza: ¿es una conversación con los Reyes Magos una conversación «real»?
¡Salud hermanos!
Pues que te conste que cansado debe de ser, estuve yo cinco horas y efectivamente con las pelotas podía, es lo que tiene tenerlas de tamaño modesto, pero la espalda…
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Querido Dess:
Nos vamos haciendo mayores. :()
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De verdad q es bueno!!!!
No dejes de sorprendernos nunca con tus grandes historias!!!!!!!
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Estimado Tito:
¡Gracias! Se agradece de verdad.
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jajajajajajaj k buenooooo me encanta….aunk he oido a gas decir carallo muchas veces dudo k el real lo diga… jijijijiji ;P
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Estimada Joana:
¡Nunca se sabe!
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jejejej, ¡2 genios reunidos!, y que yo sepa ninguno de lámpara…
Antón escribiendo un post y Dess comentando, ¡esto es la repera limonera!! 😛
Gracias por las risas y besitos para los 2!!
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Estimada Emy:
Genios Reunidos suena a juego de mesa.
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jejejejejje, ¡eso es trampa, ya estaba con la risa puesta!!! 😆 .lol: 😆
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Carallo, me he dejado un puntito y me ha salido un muñequito fracasado!!!
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Tranquila Emy:
A todos nos pasa alguna vez.
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Ahora ya sé a quién te referías con lo de “Antón”, pues querida Emy no sé qué coño ves de divertido en este blog 😀
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jejejejejej, ¡te estaba buscando el enlace ahora mismo, pero te has adelantado!
No, de verdad… nada relevante… solo me matáis de risa!!
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Estimada Emy:
Pues bonita forma de dejar este mundo.
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Estimado Dess:
Yo tampoco le veo la gracia a este allanamiento.
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