En los ochenta cuando un niño se iba a dormir se le decía aquello de «Que sueñes con los angelitos». Que digo yo que menudo sueño anodino. Un niño en los ochenta quería soñar que era Spiderman o el bajista de Europe, pero con los angelitos no. Ya de más mayor quería soñar con Sabrina, pero eso es para otro tipo de blog. A lo que vamos Capitán, para mí que los mío sueñas con lucha libre o algo porque no paran de moverse y repartir en sueño.
Este mes la legendaria Ovugirl, madre de lechones, lleva dos cabezazos en la nariz, varias patadas en los riñones y media docena de manotazos.
Yo hace meses que duermo de espaldas por seguridad. Es parte de mi protocolo. A veces pienso en que antes de dormir con ellos debería entrar una azafata (de avanzada edad que no quiero líos) que explicase dónde están las salidas de emergencia y cómo parar una hemorragia. Así que para prevenir duermo de espaldas a la familia.
Los quiero sí, pero estoy acostumbrado a levantarme sin hematomas y me gusta.
Cuando noto la nariz de mamá crujir en plena noche, me enrosco cual bicho bola y arqueo la espalda para que no me caiga ningún golpe Es supervivencia pura y dura. ¿Qué necesidad hay de sufrir? Ninguna. Mi parte de la cama está desmilitarizada y ellos lo saben.
De hecho en esto siempre he sido el listo de la pareja. Cuánto menos caso le haces en algunas situaciones a tus hijos menos te dan la vara. Está comprobado por una Universidad de Cambridge de esas que hacen estudios de mierda para los programas de radio matinales. Y es cierto.
Resumiendo dada su actitud durante el sueño espasmódica y violenta he llegado a la conclusión de que los lechones sí sueñan con los ángeles…
…del infierno.
Saludos Capitán.